El pasado martes, día 2 de abril, se cumplía un año del
histórico triunfo del Sporting de Gijón ante el Real Madrid en su estadio. Una
victoria con la que los pupilos de Manolo Preciado ponían fin al récord de José
Mourinho. El gol de Miguel De las Cuevas silenció al Santiago Bernabéu y acabó
con nueve años de imbatibilidad, en casa, del técnico portugués.
A
cualquier aficionado del equipo rojiblanco se le ilumina la mirada al recordar
aquel partido ante el Real Madrid. El Sporting puso el broche a una segunda
vuelta brillante con un partido completísimo en el feudo blanco. Juan Pablo
estuvo magnífico bajo los palos y consiguió mantener su portería a cero ante
goleadores natos como Cristiano Ronaldo, Higuaín y Benzemá; la defensa
asturiana supo frenar las acometidas por las bandas de los veloces Di María y
Özil y el centro del campo rojiblanco supo ser paciente a la hora de trenzar
las jugadas de ataque. Y en una de esas combinaciones llegó el tanto de la noche,
anotado por De las Cuevas. En definitiva, un partido prácticamente perfecto del
equipo que dirigía Manolo Preciado.
Aquel
equipo capaz de noquear al Real Madrid y dejar a los blancos sin opciones de
conquistar la Liga ha desaparecido esta campaña. Sin embargo, la plantilla
apenas ha cambiado. De los catorce jugadores que disputaron el encuentro del
Santiago Bernabéu, sólo dos ya no están: José Ángel, ahora en las filas del AS
Roma de Luis Enrique, y Nacho Novo, quien ante la falta de minutos puso rumbo a
Polonia en el mercado invernal.
El
once inicial de ese partido seguía siendo el mismo a comienzos de temporada:
Juan Pablo en la portería; Lora, Botía, Iván Hernández y Canella en la línea
defensiva; en el centro del campo Rivera y Nacho Cases y, arriba, De las
Cuevas, André Castro, Nacho Novo y Barral.
Pero
las sensaciones que trasmitía el juego del Sporting eran bien diferentes y
continuaron siéndolo jornada tras jornada. Debilidad defensiva, desconexión
entre el mediocampo y la línea de ataque, dificultad para hacer goles... El
combinado asturiano no acababa de coger ritmo de competición. Ni la destitución
de Manolo Preciado, ni la llegada de Javier Clemente consiguieron cambiar la
imagen de un equipo que en nada recordaba al del año anterior.
¿Qué
le pasó al Sporting para cambiar tanto en tan pocos meses? ¿Fue quizá una falta
de planificación a la hora de reforzar a la plantilla en verano? Es una de las
posibilidades, pues ninguno de los fichajes realizados este verano ha rendido
al nivel esperado, además de descompensación del equipo en ciertas
demarcaciones. Un único lateral zurdo (Roberto Canella), exceso de jugadores
para el mediocampo (Nacho Cases, Rivera, André Castro, Eguren, Sergio Álvarez y
Ricardo) o la carencia de un extremo derecho específico (ni Óscar Trejo, ni
Miguel De las Cuevas lo son). Por no hablar del hueco que dejó en el vestuario
la marcha de los dos capitanes: Diego Castro y Rafel Sastre, dos líderes dentro
y fuera del campo. El equipo ha notado demasiado la baja del interior gallego,
capaz de desatacar un partido con una internada desde la banda izquierda, y el
máximo goleador del Sporting en los dos últimos años. También se echa en falta
la madurez, la paciencia y la unión que transmitía la presencia del lateral
balear en el vestuario.
Lo que sí está claro es que algo falla en el
Sporting de Gijón, que se tambalea ahora entre Primera y Segunda División.
Colista de la Liga BBVA, al equipo asturiano le quedan ocho finales por
disputar, empezando por la de este sábado ante el Getafe. Difícil, pero no
imposible.
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