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Foto: El Mundo |
Han transcurrido ya 365 días desde que tu corazón dejara de latir para siempre y no ha pasado un sólo momento en que no me haya acordado de ti. Ni yo, ni nadie en Asturias o Cantabria te olvida.
Recuerdo con toda claridad la mañana en que despertamos con la noticia de tu muerte. A pesar de que sólo había cruzado contigo un par de palabras en los entrenamientos, me sentí como si hubiera perdido a un amigo, a un amigo de los que dejan huella. Y como yo, muchísimos sportinguistas sintieron lo mismo. El vacío que has dejado en los corazones de miles de personas nunca podrá ser ocupado con nada. Porque tú, apreciado Manolo, fuiste capaz de llegar a lo más profundo del corazón de la gente con tu forma de ser. Tu carácter bonachón y alegre, siempre con una sonrisa en la cara, siempre atento con los aficionados; tu voz quebrada que transmitía firmeza, seguridad y confianza, tu fuerza, tu perseverancia, tu carisma, incluso tu bigote gris, símbolo de la canción que marcó el ascenso a Primera División. La grada cantaba "me voy a dejar un bigotín, como Preciado, como Preciado", una muestra más de la profunda marca que has dejado en esta tierra.
Llegaste al Sporting de Gijón prácticamente de puntillas, en una época gris para el equipo, que pugnaba por retornar a la élite del fútbol español. Un equipo con una plantilla formada mayoritariamente por gente de la casa que tenía potencial y mucha ambición por llegar a lo más alto y que, gracias a tu labor, lo consiguió. Un equipo que, desde el verano de 2006, recuperó su principal activo, la afición. No sólo conseguiste que el Sporting regresara a Primera, sino que hiciste algo aún más importante si cabe: Volver a unir al sportinguismo. Conseguiste encajar las tres piezas fundamentales, club, equipo y afición, para que el reloj funcionara de nuevo.
Pero ese reloj se paró aquel 6 de junio de 2012, a las once y cuarto de la noche. Tras el descenso a Segunda División consumado esa misma temporada, el sportinguismo recibió otro palo, todavía más duro, un palo del que aún cuesta recuperarse. Es, probablemente, la campaña más amarga que ha vivido nuestro equipo, nuestro Sporting, aunque desgraciadamente, ésta no ha sido mucho mejor.
Y eso que el verano trajo consigo ilusión y buenas sensaciones de cara al comienzo del curso en la categoría de plata. Con Manolo Sánchez Murias al frente del banquillo y una plantilla que logró mantener su columna vertebral y no sufrió demasiadas bajas, la temporada se esperaba bonita. El reto no era fácil, pues no se asciende a Primera así como así, pero todo el mundo soñaba con conseguirlo. Por ti. Un ascenso por Manolo Preciado. Sin embargo las cosas no salieron como todos esperábamos. Relevo en el banquillo, bajas de jugadores, falta de rendimiento en los partidos clave... Una sombra gris se cernía sobre El Molinón y la tormenta no iba a tardar en llegar. El fracaso deportivo hizo estallar a una afición cansada de los tejemanejes de la cúpula directiva y no tardó en movilizarse para protestar contra la gestión del club. El resultado fue ver El Molinón prácticamente desierto en el penúltimo partido de la temporada y a miles de sportinguistas congregados a las puertas del estadio.
Ay, Manolo, si pudieras ver en qué se ha convertido tu Sporting en este último año. No lo quiero imaginar. Lo que tú conseguiste unificar, los lazos que tú creaste entre ambas partes, se han roto en tan sólo doce meses. Y si a la afición le duele esta situación más que a nadie, a ti te dolería el doble, después de dejarte el alma y la piel por nuestro Sporting.

Y no es este el único gesto para recordarte. Todos buscan su forma de homenajearte, desde reportajes recordando tu figura y programas de radio con tus mejores frases, hasta canciones compuestas exclusivamente para ti. Cada uno tiene su particular forma de hacerlo, mira David Barral, por ejemplo, que se ha hecho un tatuaje: https://twitter.com/barral23/status/342651677683367936
La vida trancurre, igual que hace un año, pero ahora todo es diferente. Mareo es distinto, El Molinón es distinto, incluso Gijón, Asturias, Santander, son distintos desde que tú no estás. Cuando pienso en ti, en tus frases, en tus gestos durante los partidos, en tus memorables ruedas de prensa, es imposible contener las lágrimas. La herida ha cicatrizado, pero esa marca quedará para siempre en nuestros corazones, porque tu recuerdo permanecerá con vida. Hay señales que nunca se borran, pero tampoco quieres que lo hagan. Recordaremos tu paso por el Sporting como lo más grande que le ha pasado el equipo en los últimos tiempos. Por muchos meses, años o décadas que pasen, prometo que no te olvidaré. Y mientras ese recuerdo permanezca latente, tú seguirás vivo Manolo Preciado.
Y ya para despedirme en esta carta, te dejo esta preciosa canción que te ha compuesto Pipo Prendes y que resume a la perfección el sentimiento de todos los que te conocimos y te queremos.
Me gustaría poder vincular tu blog con el mio si quieres: http://dportivos.blogspot.com.es/ (Soy un estudiante de 1º Química en Oviedo)
ResponderEliminarClaro, por mi encantada!
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