23 de marzo de 2013

Una fiesta agridulce en El Molinón


Foto: LNE
Que en Gijón se respira un gran ambiente de fútbol lo sabe todo el mundo. Lo sabía Villa antes de aterrizar con la Roja en el aeropuerto de Ranón y ver un gran despliegue de aficionados esperando para recibirles; lo sabían Iniesta y Sergio Ramos, que ya habían jugado como visitantes en Gijón y conocían de sobra el potencial de la afición asturiana; también Mata y Santi Cazorla, que seguramente vivieron de pequeños los derbis entre Real Oviedo y Sporting, la fiesta del fútbol asturiano. Incluso De Gea o Isco ya habían pisado en alguna ocasión el estadio gijonés y sentido el olor a fútbol que irradia Gijón.
Foto: LNE
También es de sobra conocido que la selección española levanta pasiones allí a donde va, ya sea Gijón, Roma o Buenos Aires. Pero desde que es bicampeona de Europa y campeona del Mundo, la Roja no había visitado Asturias y la expectación era máxima. Los veintitrés jugadores convocados y el cuerpo técnico, encabezado por Vicente del Bosque, lo iban a comprobar el jueves nada más poner los pies en territorio asturiano, tanto en el aeropuerto, como en el hotel de concentración. Todo el mundo quería un autógrafo de sus ídolos, pero Villa, Cazorla y Mata, los tres asturianos de la Roja- aunque Mata es oficialmente burgalés- eran los más solicitados.
Por las calles de Gijón, habitualmente teñidas de rojiblanco en los días de partido del Sporting, no dejaban de verse camisetas y bufandas con los colores de la selección española. La gente esperaba ansiosa el momento de ver a los campeones en acción. Así quedó patente el jueves por la tarde, durante el entrenamiento que el combinado nacional realizó en El Molinón. 20.000 personas llenaron el estadio gijonés, casi tantas como las que registra en los partidos del Sporting. Está claro que la Roja mueve a las masas.
Villa con Zaida, Olalla y Luca, sus tres hijos (El Comercio)
Acostumbrado en las últimas temporadas a jugar como visitante en El Molinón, David Villa era probablemente el más emocionado. Siempre es especial jugar con la camiseta de la selección, pero en esta ocasión más todavía. «Desde que salí de aquí, de El Molinón, del Sporting, soñaba con volver como local. Es verdad que he venido como visitante, pero son sensaciones diferentes. Es como venir a robar a tu propia casa». Tampoco Juan Mata podía ocultar su emoción por jugar como local en El Molinón, ya que hasta ahora siempre había pisado el césped gijonés como visitante. «Es un orgullo volver a casa, volver a jugar a Asturias, nos sentimos muy felices de ver a nuestra familia, amigos y el fútbol asturiano que se ilusiona con la selección». El jugador del Chelsea, formado en la cantera del Real Oviedo, aseguraba además que «la afición no va a ser del Sporting o del Oviedo, será de la selección». Lo mismo que sentirá el otro asturiano y exoviedista de la Roja: Santi Cazorla. 

Ambiente de gala en el pre-partido 
Se esperaba un lleno absoluto en  El Molinón para el encuentro entre España y Finlandia, el cuarto partido de la fase de clasificación para Brasil 2014. En las taquillas se podía ver el cartel de “entradas agotadas”. Todo estaba preparado para vivir una gran fiesta. Los aficionados comenzaron a acercarse a las inmediaciones del estadio casi tres horas antes del encuentro. No sólo españoles, también finlandeses que aprovecharon la cercanía de las vacaciones de Semana Santa para desplazarse hasta Gijón y apoyar a su selección. La ciudad asturiana no se teñía solo de rojo y amarillo, también de blanco y azul.
El aparcamiento de El Molinón y los más cercanos al estadio no tardaron en llenarse de coches. Una marea de camisetas, sombreros y bufandas llenaron de color rojigualdo el perímetro del estadio gijonés. Centenares de niños esperaban ansiosos el momento de entrar al campo; la mayoría de ellos sólo conocían los tiempos más recientes de la selección, en los que los éxitos habían llegado uno tras otro. Se podía ver la emoción en sus caras, deseosos de ver un gran partido de la Roja.
A una hora para el inicio del encuentro las gradas de El Molinón presentaban un inmejorable aspecto. Los flashes de las cámaras de fotos se veían por doquier y eso que aún no habían saltado los jugadores de la Roja al campo. Cuando los once elegidos por Del Bosque para salir como titulares abandonaron el vestuario y comenzaron el calentamiento, fueron recibidos con una gran ovación y los flashes se multiplicaron. Era una ocasión única y los aficionados querían inmortalizar el momento. Habían transcurrido ocho años desde la última visita de la selección española a El Molinón. El 17 de agosto de 2005, la Roja disputaba un amistoso contra Uruguay en el estadio gijonés; un partido preparatorio para la fase de clasificación de cara al Mundial de Alemania 2006. De los futbolistas que disputaron aquel encuentro, bajo las órdenes de Luis Aragonés, seis continúan vistiendo la elástica roja: Puyol, Reina, Xavi, Xabi Alonso, Torres y Sergio Ramos, pero sólo uno de ellos jugó ayer en El Molinón: Sergio Ramos, que salió de inicio ante Finlandia y celebró su 100º partido con la selección española. Y a sus 26 años el sevillano se convertía en el jugador europeo más joven en alcanzar la centena de encuentros con la selección absoluta.  
España 2- Uruguay 0 (2005). Foto: Mundo Deportivo

Que empiece la fiesta 
Finalizado el calentamiento de ambos equipos, los veintidós protagonistas se retiraron a sus respectivos vestuarios. Restaban diez minutos para que rodara el balón en El Molinón. El lleno era absoluto y la expectación no dejaba de aumentar. El colorido rojo y amarillo de las gradas contrastaba en la esquina del fondo norte con los tonos blanquiazules de los aficionados finlandeses, que no eran pocos. En torno a 500 hinchas de la selección de Finlandia animaban a su equipo en la grada reservada a los aficionados visitantes.
Foto: El Comercio
Justo antes de que los dos combinados nacionales saltaran al terreno de juego, los acordes del himno de la FIFA comenzaron a resonar por la megafonía de El Molinón. Manolo, “el del bombo” saltaba al terreno de juego en medio de una merecidísima ovación. El famoso hincha de la selección no se pierde ninguna cita de la Roja. A continuación salían los veintidós jugadores de España y Finlandia, encabezados por el trío arbitral. Un respetuoso silencio acompañó al himno de la selección finlandesa y, a continuación, las banderas y bufandas ondearon al viento mientras sonaba el himno español. Un ambiente increíble de fiesta que se echa de menos esta campaña en El Molinón.
Con puntualidad británica, el balón empezó a rodar en El Molinón. Finlandia puso el esférico en juego desde el círculo central, pero la posesión apenas le duró unos segundos. El combinado español se hizo con el dominio del partido en menos que canta un gallo y fijó su punto de mira en la portería que defendía Niki Mäempää. Sin embargo el equipo español desarrollaba un juego demasiado horizontal y le costaba atravesar el entramado defensivo de Finlandia. Encerrados en su mitad del campo, los hombres de Paatelainen jugaban con un claro 4-5-1. La línea de cinco jugadores por delante de la defensa complicaba el juego entre líneas de la selección, que tampoco encontraba solución en el juego por las bandas para llegar al área blanquiazul. Mucha posesión, pero nulas ocasiones de gol. Y eso que el partido había comenzado muy bien para los de Vicente del Bosque, con un centro de Cesc Fábregas que Moisander casi cuela en su propia portería. Pero sólo fue un espejismo.
Foto: El Comercio
El Molinón vibraba cada vez que David Villa tocaba el balón y el famoso “illa, illa, illa, Villa maravilla” no tardó en resonar en las gradas gijonesas. Pero ‘el Guaje’ no era el único ovacionado. Las genialidades de Iniesta o los recortes de Silva, los más destacados del encuentro, también eran recibidos con aplausos. Precisamente el manchego, uno de los jugadores más queridos en toda España, fue el otro gran protagonista de la noche entre la afición asturiana.
Entre pases en el centro del campo, centros sin rematador, incorporaciones de Arbeloa y Jordi Alba por las bandas y disparos desde fuera del área que no inquietaron a Mäempää transcurría el primer período. Los minutos avanzaban y el ánimo no decaía en la grada, impulsado por los redobles de tambor de Manolo, “el del bombo”, que recorría la grada gijonesa entre ovaciones.
El público ansiaba que España abriera el marcador y cada llegada levantaba a los espectadores más inquietos de sus asientos. Un disparo de Iniesta que se fue a las manos de Mäempää, un lanzamiento de Cazorla que se envenenó y a punto estuvo de colarse en la portería y un remate desviado de Sergio Ramos fueron las mejores oportunidades. Finlandia, por su parte, apenas inquietó a Víctor Valdés, que pasó un primer tiempo muy tranquilo.
España no podía estirar más las líneas; en muchos momentos del partido, sólo el guardameta catalán permanecía en la mitad del campo española. Defensa adelantada, laterales expeditivos, posesión del esférico,... Todo lo necesario para ganar un partido lo estaba poniendo en práctica la Roja. Todo, salvo marcar un gol. A punto estuvo de lograrlo Iniesta en el minuto cuarenta y dos, con un potente disparo que obligó a Mäempää a estirarse para evitar que se colara en su red. 

Gol y apagón nacional 
El panorama cambió ligeramente tras el descanso. Del Bosque dio entrada a Pedro, que ocupó el hueco de Santi Cazorla. Aplausos para el de Lugo de Llanera, que había dispuesto de alguna que otra ocasión en la primera parte. Parecía que el guión del juego era el mismo que el del primer tiempo, pero algo iba a cambiar cinco minutos después. Balón al segundo palo que cuelga Silva desde el córner derecho y cabezazo de Sergio Ramos que se cuela en la meta de Mäempää con cierto suspense. Mejor centenario imposible para el central del Real Madrid, que anotaba su noveno tanto con la camiseta de la selección española.
Foto: El Comercio
Pese al tanto español, el partido empezó a entrar en una fase desanimada y hasta soporífera en algunos momentos. Para tratar de amenizar el juego, una ola gigante recorrió las cuatro gradas de El Molinón durante casi cinco minutos. Hasta los aficionados de la selección finlandesa se sumaron a la marea de manos alzadas.
La posesión de España era aplastante, llegando a tener un 87%. Finlandia, con el 13% restante y todos sus jugadores concentrados en defender, apenas conseguía hilar alguna jugada peligrosa. El único jugador que estaba más libre, preparado para montar un contragolpe en cualquier momento era Pukki, el ex futbolista del Sevilla Atlético y ahora en las filas de Schalke 04. 
Foto: El Comercio
En medio del ambiente festivo que se vivía en El Molinón hubo un momento en que los pitos se dejaron notar. Fue en el minuto sesenta y cinco, cuando Del Bosque decidió retirar a David Villa del campo para meter a Álvaro Negredo. La afición local no entendió el cambio, pero despidió a su Guaje con una tremenda ovación. El público se puso en pie para aplaudir al ’7’ de la Roja, que diez años después, había vuelto a jugar como local en el que fuera su estadio. Aunque lo había intentado hasta la extenuación, Villa se iba de El Molinón sin su gol.
Pasada la media hora de juego de la segunda parte, Finlandia comenzó a estirar tímidamente su línea ofensiva y a provocar más de un susto en la afición, aprovechándose de los despistes defensivos, aunque sin remates claros. La sorpresa llegaba en el minuto setenta y nueve. Pukki recibe un balón a la espalda de la defensa, se va de Piqué y Ramos, encara a Valdés y empuja el cuero al fondo de la red. Todos los jugadores finlandeses que estaban sobre el campo, excepto Mäempää, corrieron a abrazar al autor del tanto que ponía las tablas en el marcador. Se hacía el silencio en el estadio gijonés, salvo en la esquina del fondo norte con la grada este, donde el medio millar de hinchas blanquiazules festejaban el gol por todo lo alto.
Foto: El Comercio
España trató de reaccionar y buscó un segundo gol que le diera la vuelta a la situación. Los de Vicente del Bosque necesitaban la victoria, de lo contrario estarían obligados a ganar en París a la selección francesa, para que no peligrara su clasificación de cara al Mundial de Brasil 2014. Pero el esfuerzo final fue en vano. Ni Negredo, ni el recién incorporado Juan Mata- también ovacionado por la hinchada asturiana- lograron espabilar al combinado nacional.
La última ocasión del encuentro fue un saque de esquina favorable a la Roja, que Mäempää logró blocar en medio del caos de jugadores que había en el área. Un pequeño barullo se formó en aquel momento, que acabaría con Silva y Moisander amonestados. Un lance del juego, sin más consecuencias.
Con el pitido final, la selección finlandesa al completo corrió el celebrar el trabajado punto con sus aficionados. Era un punto, pero el combinado escandinavo lo festejó como un auténtica victoria sobre la bicampeona de Europa y campeona del Mundo. Caras largas, por el contrario, en los jugadores españoles, que se fueron directamente al vestuario. Sólo unos pocos, entre ellos Gerard Piqué, se quedaron sobre el campo para aplaudir a la afición asturiana que, una vez más, había estado sobresaliente. La noticia positiva de la noche es que la Roja continúa invicta en El Molinón. Nunca ha perdido en sus nueve visitas al feudo gijonés.
Foto: El Comercio

No hay comentarios:

Publicar un comentario